miércoles, 7 de abril de 2010

Pisando tierra




A veces es necesario
que me duelan los ojos,
que retruene mi cabeza
(a gritos)
y se me anude la médula
entre el estómago y las costillas
al ver un individuo
(al que no conozco)
que se mete una jeringuilla
(directo a la yugular)
llena de una sustancia
¿controlada?
hasta dónde dice made in Japan
y se va en un viaje
(con plena intención y conocimiento de causa)
del que ni él
(ni yo)
sabemos la ruta
de regreso.

En ocasiones es necesario
que abra el periódico,
que mire la desgracia a los ojos
y me muera llorando
y me piense Quijote (sin Sancho)
y me siente por horas
tratando de encontrar
un ápice de explicación
(a lo inexplicable);
se muere gente
todos los días,
gente igual que tú
(y que yo)
y se matan otros
y le rompen la cabeza
y a otro lo hacen pedazos
y todo sigue
(como si nada).

Hoy es necesario
que presagie la náusea,
y el asco me retuerza la boca y las vísceras
(de golpe)
cuando levanto la vista
y veo otros
que prefieren caminar
con una venda
en los ojos.