jueves, 30 de septiembre de 2010

José Alberto



Confieso que traté, pero no le puedo buscar 5 patas al gato. No puedo entender que sea un error un tiro a una persona que está tirada en el piso. ¿Error? ¿en dónde? Honestamente yo no lo veo. Y que conste, yo creo en la presunción de inocencia y creo que es necesario evaluar la totalidad de las circunstancias. Pero es que está tan difícil de creer. Y aclaro que hablo como lego, como una ciudadana más que en las mañanas prende el televisor y que escucha las noticias por la radio.

Lo he pensado muchas veces, le he dado mil vueltas, pero la verdad es que no tengo ni una sola palabra de consuelo para la familia de José Alberto ¿qué dice uno en estas situaciones? ¿lo siento? Decir algo como eso sería mentirle de la forma más cruel y descarada. No hay forma de que yo pueda sentir el dolor que siente su familia ante su pérdida. Lo único que me da esperanza es que su corazón aún late en el cuerpo de otro y a mi me encanta pensar de que el día que la madre de José Alberto y el joven que recibió su corazón se conozcan, al chico se le erice la piel cuando su corazón reconozca a su madre.