viernes, 14 de octubre de 2011

A mi primo, Andraé


Todavía recuerdo el día que naciste y los ojos alegres de tío cuando salió a decir “ya nació”. Yo tenía 14 años y tú unos ojos enormes que siempre me parecieron avellanas. Muchas veces te cuidamos en casa y, como eras el más chiquito, eras nuestro juguete favorito. Nos arrastrábamos por el piso riéndonos cada vez que te enseñábamos a repetir alguna barbaridad. Veinte años después lo confieso porque ya no tengo el riesgo de que tus papás nos estrangulen. Si, la verdad es que tienes un reguero de primos que estamos más locos que cuerdos, pero que te amamos como tú decías cuando eras pequeño, “con el corazón y la vida”.

No se me olvidan las veces que peleabas conmigo como gato boca arriba porque querías ver más televisión y yo decía que no, o cuando querías comer una cosa y yo hacía otra, o las vez que decidí que tenía que cansarlos y los puse a hacer kickboxing conmigo y terminé siendo la prima más cool por eso. Igual cuando le creamos un trauma al payaso en tu cumpleaños número 1, puedes preguntar, todavía nos reímos de todo lo que le hicimos al pobre payaso. De seguro ese día se retiró. Puedo escribir páginas y páginas de historias que tienen que ver contigo y nuestras “aventuras”.

El día antes de tu cumple número 20 mami me llamó para darme la noticia que te (nos) cambió la vida, y te confieso que me quedé fría, me dio dolor de cabeza y estuve sin dormir hasta las 3 de la mañana. Pasé gran parte de la noche despierta tratando de entender lo que no puede entenderse. Tú, que eres tan joven y tan lleno de vida, tú y tus ojos de avellana, tú y un tumor en tu cabeza. No hay forma de entenderlo.

Filipo, hay cosas que no se entienden, cosas como las que te están pasando. Nosotros, tampoco lo podemos, no lo queremos entender. Sé que muchas veces parecemos una unidad entera que se escapó de un hospital siquiátrico, pero estamos aquí para ti, aunque no podamos estar físicamente contigo en este viaje que ahora comienza, estamos siempre contigo. Ya viste ayer el revolú que formamos por teléfono! Estuvimos una hora esperando para poder cantarte feliz cumpleaños! Traté de poner orden, pero ya conoces esta locura de familia que tenemos.

No pienses en la enfermedad como una condena, piensa en la enfermedad como una palabra que no decide quién eres ni lo que harás. Como decía un payaso medio mongo que salía en las noticias antes “sonríele a la vida y no dejes que la vida se ría de ti”. Eres joven, fuerte y valiente… no te rindas, que nosotros tampoco vamos a rendirnos.

Te amamos “con el corazón y la vida”,

Lorena y todos tus prim@s