Ella le escupió un “se acabó” mientras le temblaban los tobillos. Él cayó de rodillas contra el suelo. Ella recogió lo poco que le quedaba a la ligera. Él la agarró por el brazo. Ella gritó espantada. Él la miró a los ojos. Ella lo vio más pequeño.
“Méteme preso embustera, yo te amo” fueron sus últimas palabras antes de verla salir despavorida dejando atrás un olor a fruta descompuesta.
“Méteme preso embustera, yo te amo” fueron sus últimas palabras antes de verla salir despavorida dejando atrás un olor a fruta descompuesta.
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