viernes, 31 de diciembre de 2010

2011


Desde ayer vengo cocinando mi despedida al 2010 porque un año como este hay que despedirlo con todas las formalidades.

En el 2010 me convertí en tía de Anabella, mi sobrina genio, me hice abogada, me peleé con la vida y me chocaron el carro; en contra de todos los malos augurios, trabajé hasta dos semanas antes de la reválida y pasé las dos partes, lloré de alegría y de coraje, me dí mi lugar y renuncié al trabajo que tuve por los pasados 6 años porque, como me enseñó mi profesor, hay veces que la única opción es agarrar la cartera y seguir caminando.

El nuevo año se asoma ya a la vuelta de la esquina y yo lo recibo con todas las ganas del mundo… y ya desde ahora digo que va a ser mil veces mejor que el 2010, porque no me da la gana de ser pesimista y conforme… porque francamente estoy jarta (si, con J) de ver caras de tragedia mal fingida diciendo “es que la cosa está mala”, pues no, se acabó y punto.

El 2010 lo empecé pelirroja y lo termino pelinegra, con la frente en alto, el pie derecho al frente y los ovarios bien puestos en su sitio.

Bring it on!

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