Mi nombre es Helga
Lorena. Mal contados tengo como 9
apodos. La gente que quiero me llama
Lorena, Lory, Lo, Lore, Loren, Lorenza, Lorraine, Helguis (which I hate, pero
de quien viene no me molesta ni un poquito), Tití Helgs (Edmaris y Kay), La
Presi y Srta. Red (mis amigos de La Vaca), Mita (así me dice mami), Helga
Lavinia (tío Anibal, nadie más me ha vuelto a llamar así), Helguita, y lately,
Helgorio (que se lee Jelgorio, y me encanta porque soy así alborotosa y me río
duro). De seguro tengo alguno más, pero
la idea está clara, me llaman de muchas formas.
Es que tengo muchos sombreros. De
pequeña, en primer grado, quería ser astronauta, luego en segundo, quise ser
ingeniero, en tercer grado, gracias a la lucha de mi abuelo contra el cáncer,
decidí ser oncóloga, porque mi mente de 9 años no lograba entender cómo mi
abuelo tan grande y fuerte, se deshacía en pedacitos frente a mí, y yo tenía
que hacer algo. Ya de grande entendí que
viviría deprimida y que las fuerzas no me daban para tanto. Más tarde, en la escuela superior, quise ser
escritora e ingeniero, logré ser escritora, lo de la ingeniería no se me
dio. Empecé a estudiar Matemática pura
en la Universidad, todo iba bien hasta que un día ¡puff!, me apagaron el chip,
y ya nunca volví a entender los números (y sí, uso la calculadora para las
sumatorias más tontas porque no confío en mí con los números). De ahí mi salto a las Humanidades. En mi bachillerato fui inmensamente feliz,
quería ser profesora y escribir libros.
Un día Mayra Santos Febres me preguntó que para quién escribía y le
contesté que para mí, porque escribir es mi terapia. Eso ha cambiado un poco, pero la idea de
leerme yo misma frente a un público me sigue dando vértigo, es casi como
quitarme la ropa frente a un salón lleno de personas que no conozco, y yo soy
liberal, pero ni tanto. Por eso siempre
digo que el día que yo publique algo voy a reunir un grupo de la gente que más
quiero para que me lean.
Después del
bachillerato me hice abogada. Soy abogada
porque mi profesión me permite ayudar a la gente… abogada del pueblo una vez me
dijeron y así me siento. La satisfacción
más grande es que al final del caso mi cliente me abrace y me diga gracias… eso
me renueva las energías para seguir adelante, aún cuando hay días en que pierdo
la fe. Soy abogada, sí, pero antes soy
escritora y humanista, libre, soberana y tropical. Mi profesión no determina quién soy como
persona. Soy dada, quizás un poco de más
porque me gusta que la gente que es importante para mí lo sepa.
Mi visión de la
vida es práctica. Si quiero hacer algo,
tener un gesto o un detalle con alguien importante para mí, lo hago pensándolo
en su acepción más simple. Si te quiero
y te veo triste, de la nada puedo aparecer con un chocolate y no quiere decir
nada más que quiero que te animes y que veas que hay razones para ser feliz… y
el chocolate es una de ellas. Estoy
programada para resolver problemas, eso sí se lo debo a la abogacía, resolver situaciones
de la forma más eficiente posible en la menor cantidad de tiempo. Eso me gusta y no es nada del otro
mundo. Si alguien que quiero necesita
algo y yo lo tengo, no tengo ningún problema en darlo, nunca he sido apegada a
las cosas materiales y no voy a serlo ahora.
Tampoco me importa el dinero, si lo tengo y lo puedo compartir, lo
hago. Mi visión de la vida es sencilla,
en todas las facetas de mi vida, sencilla en todo, sin complicaciones. Y quien no pueda entenderme o ver más allá de
lo que se ve por encimita, too bad, que le vaya bonito. No pretendo controlar la vida de nadie, porque
no me gusta que controlen la mía. Sí,
soy líder, y no pido disculpas por eso, ni por nada de lo que soy. No me gusta la indiferencia, ni la
mediocridad, no lo tolero. Tengo muchas
ganas de hacer algo para lograr un cambio en mi país y en el mundo (sí, todavía
me queda algo de idealista). Quiero escribir
más, mucho más, bailar más salsa, reírme todos los días, prender velas e
incienso porque me gusta, cocinar para la gente que quiero, seguir con los pies
en la tierra, cultivar más amistades, escuchar música nueva, aventurarme, tomar
champagne en la playa, ir más al cine, vivir un día a la vez y ser feliz, sin
complicarme la vida pensando en cosas que no tienen importancia ni en lo que va
a pasar mañana, si hoy es lunes, quiero vivirme el lunes, ya si no se acaba el
mundo, bregaré con el martes cuando llegue… porque siempre he visto la vida de
una forma sencilla y éste no es el momento para empezar a verla de una forma
diferente.
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