Anabella, ya pronto son 4 años desde que naciste. Cuatro años llenos de la maravilla de verte
crecer y hablarte desde la distancia.
Todos los días celebro la forma en que vas en metamorfósis continua sin
pestañear mucho. Me encanta que seas tan
independiente y tan a la tuya. Yo
celebro cada vez que te llamo y me dices que no quieres hablar o que no puedes
hablar porque estás ocupada viendo una película. Me parece fascinante que a los 3 años y pico
digas las cosas como las piensas, siendo tú sin esperar complacer a nadie. Guardo todos los voicemails que me dejas en
el teléfono cuando no contesto y me muero de la risa cuando los oigo después y
me dices: “buuu tití, hola, buuu tití, hola tití” o “yo llamo otra vez” como
queriendo decir “de mi no te salvas”.
Gracias por devolverme las ganas de reir y por maravillarme
mientras veo cómo creces y te haces toda una niña girly, más girly de lo
que pudieron haber sido alguna vez tu madre y tu tía juntas… porque tienes una
fascinación, para mi nueva, con todo lo que sean pulseras, tutús, lazos,
lipsticks y carteras. Debo admitir que
cuando me pediste que te trajera a Puerto Rico para que mi amiga te pintara
el pelo como Elsa (de Frozen) quedé muerta y corrí a decirle a Eva que ya tenía otra clienta.
El día que naciste nacieron todas las flores de nuevo y te
celebré a son de burbujas y a llantén largo y tendido, como tenía que ser. Ahora te celebro todos los días, celebro tu
fascinación por ver cosas nuevas, lo parlanchina que eres a veces, lo terca y
mandona que puedes ser en ocasiones, lo cariñosa y tierna, lo fácil que se te
hace bailar hasta los anuncios y lo feliz de la vida que me dices que no
quieres hablar… porque no me debes nada ni a mi, ni a nadie, tú no eres de nadie
que no seas tú misma, y así seguirá siendo.
Nosotros sólo estamos para acompañarte a andar el camino.
Feliz vuelta al Sol,
Te amo,
Tití
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