viernes, 6 de septiembre de 2013

Esperanza





Hace años que no toco una esperanza, francamente, en esta ciudad anda como que medio difícil encontrarlas, pero hace poco más de cuatro meses, en la escalera de mi edificio me topé con una.  La dejé tranquila, porque parecía dormida, aunque es probable que me estuviera ignorando.  Mi primer impulso fue rozarla con un dedo a ver si todavía eran como yo las recordaba, pero no me atreví.  Resulta que hace un tiempo la esperanza se me escapó del camino y encontrarme una de frente me dio un poquito de miedo, ya andaba yo con la toalla tirá’ en el piso y sin ganas de nada que tuviera que ver con esperanzas, fueran vivas o puras ideas en mi cabeza.  

Resulta que la vida se desquitó un rato por estos lares y ya me había hecho de la idea de que las esperanzas eran cosas de otros pueblos que no fueran este, de otras casas y otras vidas que no fueran las mías.  Es que la vida me dio todos los golpes que pudo en cosa de nada y me dejó casi tirada en el piso y sin aire… y cuando me levanté lo hice convencida de que no había forma de que yo tratara de nuevo, punto, end of discussion.

Hace meses vi una esperanza, quizás no la toqué por miedo a que me llenara la cabeza de ideas nuevas.  Ahora me luce que me sirvió de presagio, un indicio de lo que se cuajaba frente a mis ojos y yo no lo veía – o no lo quería ver.  Resulta que estoy contenta, que la vida se ha puesto bonita en un pestañear de ojos. Mi casa se ha llenado de un olor nuevo, de conversaciones interminables, comidas y películas a medio ver.  Ando contenta, con susto en el estómago y cosquillas en las caderas, pero contenta.  Mi nevera tiene jugo, cosa que no tomo.  Hay un nuevo cepillo de dientes y otra toalla.  Y yo, que juré que no había forma de que me decidiera a tratar otra vez porque cada vez terminaba más maltrecha, me sorprendí riéndome sola mientras preparaba el desayuno.  Es que se ha puesto bonita la vida de momento y yo ando con miedo a pisar muy fuerte, por si acaso lo estoy soñando.

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