Hay personas que llegan a tu vida para
cambiarla, siempre he estado convencida de eso, y yo tengo muchos amigos que
han cambiado la mía (no se me encuernen, que los adoro y lo saben), pero
últimamente hay una que me ha cambiado los días. A mi amiga la conocí cuando empecé a estudiar
Derecho. Las dos éramos, y seguimos
siendo, dos alborotosas dentro de un mar de gente bastante aburrida. Una vez empezamos a hablar hicimos “click” y
de ahí en adelante siempre andamos enyuntás’.
Laura se ha convertido en parte de mi familia y por eso cena en mi casa
en Acción de Gracias, Nochebuena y Navidad y anda metida en cuanto revolú me
invento. Laura conoce a mi familia, mami
la adora y mi sobrina la llama por su nombre, aunque antes le decía “Yuya”. Cuando Laura se va de viaje siempre me trae
algo del país que visita y no lo digo por interés, sino porque ayer fue a mi
casa y se dio cuenta de que las cosas que ella me ha traído están allí y se
puso contenta. Igual, cuando yo me voy
de viaje le traigo cositas. Es que Laura
es así gigante, aunque sea bajita, y yo celebro todos los días que la tengo en
mi vida, porque es así toda fabulosa. En
los últimos cuatro meses Laura ha sido vital para mi cordura, me ha escuchado
en mis peores y en mis mejores momentos, nos hemos reído juntas como dos bobas
y también hemos llorado. Laura y yo
hablamos, mínimo dos veces al día, todos los días, sin faltar uno, y cuando una
de las dos no aparece la otra se vuelve loca texteando hasta que la fugitiva da
señales de vida y es a son de “jelou! Explícame!” y nos damos explicaciones y
todo sigue como si nada, porque Laura se ha convertido en mi hermana (nos falta
pelear por el maquillaje y los cepillos).
Yo le digo a cada rato que un día nos vamos a reír de nuestras tragedias
actuales y las dos nos reímos como dos locas diciendo que sí, que así va a ser,
que un día vamos a estar sentadas riéndonos como dos anormales por nuestras
complicaciones actuales, que un día nos parecerán puras bobadas, porque “esto
tiene que cambiar” (chiste interno) y cambiará.
Y yo agradezco todos los días, sin dejar uno solo, que Laura forme parte
de mi vida, porque es chispeante y divertida y todos los días me da razones
para seguir. Te quiero, condená!
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