domingo, 16 de mayo de 2010

DES-obediente



Hoy estuve de rodillas en un lugar que jamás me imaginé. Hoy, en plena avenida Ponce de León, en el corazón de Río Piedras, rodeada de un mar de personas… una masa de personas totalmente diferente, pero iguales. Atletas, políticos, profesores, niños, artistas, líderes sindicales, líderes religiosos, ex-alumnos, retirados… Allí, en plena avenida, debajo del Sol, con las manos en la calle, escuchando como el Padre Pedro oraba por los estudiantes, lloré. Lloré yo y lloramos todos. Allí, al son de cánticos entonados por pastores y sacerdotes, todos unidos, echándose el brazo, pensé que si Jesús estuviese caminando por las calles hoy, seguramente hubiese estado allí, de rodillas, a pleno sol, haciendo cadenas humanas para pasar comida a través de una verja, en clara desobediencia a un papel que dice que no se puede.

Hoy fui testigo de milagros, y aquellos a los que un documento dice que no pueden alimentarse, pasaron sobre la verja una bolsa, llena de mangóes, y allí pastores y sacerdotes la recibieron y los repartieron y milagrosamente los que no pueden ser alimentados nos alimentaban. Hoy ví a Doña Gladys, llena de orgullo, hablando de su hijo Albert, y con ella lloré, y lloramos todos mientras él le acariciaba las manos a través de la verja diciéndole que él estaba bien.

No es necesario ser estudiante de la Universidad de Puerto Rico para que se te retuerza el corazón de vergüenza y de dolor. Lo único necesario es tener dos dedos de frente, un poco de decencia y un tanto de sentido de humanidad. Los Tribunales podrán emitir mil órdenes diciendo que a los estudiantes no se les puede dar ni agua ni comida… mil veces seré desobediente.

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